Lo importante de maternar con amigas
De todo mi grupo de amigas, yo fui la primera en convertirme en mamá. El día que nació Lola, mi hija mayor, me acuerdo de verlas entrar a todas al sanatorio, en filita india, una atrás de la otra, con las manos cargadas de regalos. Al ver mi cara de cansancio y dolor por la cesárea me miraban confundidas, me acariciaban, me traían agua y admiraban sin parar la belleza de mi beba.
Con los años me contaron que cuando salieron de esa visita hablaron sobre cuánto las impresionó darse cuenta de la fuerza que implicaba traer un bebé al mundo. Teníamos veintipocos años, todo era novedad.
Varios años después, ellas empezaron a convertirse en madres. Durante sus embarazos, partos y puerperios, me convertí- desde mi propia experiencia- en una fuente de información para mis amigas. Las acompañé y les compartí todas las herramientas que pude. Todavía hoy una de ellas me sigue repitiendo que en su momento de mayor angustia, después del nacimiento, la abracé y le dije, “este dolor va a pasar y la felicidad va a persistir”. Y aunque yo no me acuerdo con claridad de ese instante, tengo la certeza de que al momento de convertirnos en madres, las palabras duelen o curan, lastiman o salvan. Y cada uno de nosotros somos responsables por cada palabra que pronunciamos en ese tiempo de total vulnerabilidad para la nueva mamá.
Las amigas cumplen una función esencial y determinante en la vida de las mamás, porque funcionan como una red de contención. Lejos de emitir juicios, condenar o juzgar, las amigas tejen espacios de abrazos, consuelo y ayuda. Las amigas nos sostienen, nos atajan, nos escuchan llorar, celebran con nosotras la alegría infinita de recibir a nuestros hijos. Nos ayudan.
Las amigas entienden que esta reciente mamá necesita tantos cuidados como el bebé que acaba de nacer. Las amigas escuchan, entienden y comparten. Y lo siguen haciendo durante todo el camino de crianza, cada vez que dudamos, que nos frustramos, que nos llenamos de orgullo, que contamos mil veces las mismas historias sobre nuestros hijos. Y a veces nuestros hijos también se hacen amigos, y vemos expandirse esa red, que crece a través de ellos.
Maternar con amigas es asegurarse claridad en medio de la niebla.
A todas las que pudieron y pueden ser esa luz tan necesaria, gracias y feliz día!
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