¿Cómo y desde cuándo poner límites?
La cuestión de los límites es uno de los temas que las mamás y papás traen con más frecuencia a consulta. Cómo ponerlos, a partir de cuándo y qué hacer ante situaciones de desborde, son las preguntas mágicas.
Lo primero que quiero decirles es que los límites en los niños son necesarios para una estructuración psíquica sana. Esto es el punto de partida para cualquier conversación sobre este tema.
Desde el principio y con coherencia
Cuando pensamos desde cuándo hay que empezar a poner límites, la respuesta es desde siempre. Muchas veces se cree (erróneamente) que los límites se comienzan a poner cuando nuestros hijos ya han adquirido el lenguaje verbal y son capaces de entender lo que nosotros les estamos diciendo. Sin embargo, mucho antes de que ellos empiecen a hablar, hay un entendimiento emocional entre el bebé/niño y los adultos responsables de su crianza. Nos pueden entender porque nos miran, nos observan. Y es por eso que tenemos que poner especial atención (desde el mismo momento en el que nacen) a los mensajes que les estamos transmitiendo tanto desde la palabra como desde nuestra conducta. Todo lo que hacemos y decimos comunica y educa.
Es también fundamental la coherencia a la hora de poner límites. Es imposible esperar que un niño deje de gritar si se lo pedimos gritando.Si lo agarramos de la oreja o lo sacudimos para enseñarle que no debe morder ni pegar, estamos reforzando su comportamiento agresivo. Y si le decimos que es malo o que nadie lo va a querer por cómo se porta, le estamos transmitiendo un mensaje contradictorio, y en lugar de aprender modos más sanos de vincularse, el niño va a sentir frustración y abandono.
Firme sí, por las malas no
Creo también que es fundamental aclarar que los límites de ninguna manera implican malos tratos. Bajo ningún concepto deben involucrar gritos, golpes, ni insultos. Exactamente por el contrario, cuando le marcamos límites a nuestros hijos les estamos enseñando, y por eso es necesario que el objetivo principal sea que ellos entiendan qué es lo que está pasando. El NO tiene que ser firme, consistente, pero sin malos tratos.
¿Cómo hacerlo entonces? Frente a una situación que requiera marcar un límite, hay que ponernos a la altura de ellos, hablarles con un tono tranquilo, buena cara y mirándolos a los ojos. Explicarles que eso que hicieron o dijeron está mal, y por qué no debe hacerse.
Los adultos tenemos que entender que la explicación que le estamos dando a los niños tal vez no puedan procesarla en ese mismo momento. De acuerdo a la edad y al contexto en el que se desarrolla la situación, pueden necesitar tiempo, y probablemente unas cuantas repeticiones, para lograr incorporar ese aprendizaje. Somos los adultos responsables de la crianza quienes tenemos a cargo la tarea de educar y enseñar con amor y paciencia. Mucha paciencia.
Explicar, explicar, explicar
Es nuestro trabajo poder transmitirles que los actos tienen consecuencias (tanto lo que se hace bien como lo que se hace mal), e intentar reforzar las conductas positivas hasta que éstas se conviertan en hábitos adquiridos. Por ejemplo, si nuestro hijo dibuja las paredes, le explicamos que está mal hacer esto, le ofrecemos un espacio y las herramientas para que pueda dibujar donde corresponde y lo acompañamos en esa actividad. Después de una semana sin dibujar las paredes podemos premiarlo por haberlo aprendido (por ejemplo, realizando una actividad que él/ella disfrute), pero una vez que haya internalizado este aprendizaje no vamos a seguir premiándolo por eso, sino que vamos a continuar abordando otras situaciones nuevas que requieran límites.
También es clave a la hora de plantear límites, trabajar en equipo entre quienes crían. Me refiero a la coherencia en el discurso y a las conductas de los padres. Es importante tener un acuerdo establecido sobre límites y modos de llevarlos a cabo para evitar que el niño reciba mensajes contradictorios, pero también es interesante poder turnarnos para evitar que el agotamiento nos supere. Porque lo fundamental es que el niño aprenda el límite en sí mismo y que no crea que este último depende de quien lo imponga (como mamá me dijo que NO, voy a ir a mi papá que seguramente me diga que SÍ).
Es una necesidad para ellos que los guiemos en esta etapa con amor, paciencia y confianza en que pueden lograrlo. Si acompañamos nuestras palabras con ejemplos, encontrarán en nosotros el equilibrio que tanto le exigimos a ellos.
Etiqueta:apoyo, ayuda, crianza, desobediencia, educar, hijos, límites, maternar, maternidad, paternidad, poner límites
1 Comentario
Gracias caro, sos tan clara exacta y justa con tus palabras. Gracias
Dani contino