Acuerdos sobre la crianza de un/a hijo/a
¿Sabías que el modo de pensar la crianza de nuestros hijos tiene que ver con nuestra propia historia de crianza? Es a partir de nuestras vivencias que tendemos a buscar repetir u omitir situaciones en la vida de nuestros hijos.
“Quiero leerle un cuento cada noche como hacía mi papá conmigo”
“Jamás lo voy a comparar con otros niños”
“Va a ir a fútbol desde los 3 años para ser el jugador que yo no pude”
“Si cuando crece no trae buenas notas no va a salir con sus amigos los fines de semana”
Estas y muchas otras situaciones que imaginamos para nuestros hijos, encuentran fundamento en vivencias que disfrutamos o padecimos en nuestra propia niñez.
La fuerza que tienen las bases desde las que emerge el plan de crianza para nuestros hijos, está directamente relacionada a nuestras primeras experiencias en el mundo. Y, cuando son al menos dos personas quienes intervienen en la crianza de un hijo (cada uno de ellos con su propia historia), pueden aparecer diferencias significativas en los modos de pensarla y llevarla a cabo.
Siempre que sea posible, es importante que nos tomemos tiempo junto al padre de nuestro hijo (sea o no nuestra pareja), antes del nacimiento, para pensar qué dirección deseamos que tome el proceso de crianza.
- ¿Lo cuidará una persona externa, un familiar o una guardería durante las horas de trabajo?
- ¿Cuáles serán los modos de establecer límites?
- ¿Optaremos por educación pública o privada?
- ¿Deseamos que nuestro hijo profese una religión?
- ¿Hará actividades extraescolares de acuerdo a sus propios gustos e intereses o le impondremos aquello que consideramos que será productivo a futuro?
- ¿Lo dejaremos ir a dormir a la casa de abuelos y primos? ¿A partir de cuándo?
Ayuda muchísimo que estas, entre muchas otras cuestiones, sean conversadas desde un comienzo. Porque no es lo mismo plantear situaciones hipotéticas antes del nacimiento, descubrir diferencias, poder escucharse y trabajar con tiempo en acordar puntos de encuentro, que discutir cuando las situaciones ya están ocurriendo y enfrentarse con la angustia que implica sentirse en el lado opuesto del tablero. Las conversaciones previas ayudan a aliviar futuras tensiones y hacer acuerdos cuando aún no es tiempo de tomar decisiones y resolver. Estas charlas ayudan también a que los acuerdos sobre la crianza se hagan como un plan conjunto y no como un “tire y afloje” entre posiciones opuestas. Aún cuando la relación con el papá de nuesto hijo no sea la más óptima.
Escucharnos a nosotros mismos e interrogarnos desde qué lugar de nuestra historia estamos construyendo estos modos de criar es fundamental. Escuchar al otro, empatizar, conciliar y sin dudas flexibilizar, también.
Cuando criamos construimos historia. Hagamos nuestro mejor esfuerzo para que los recuerdos de nuestros hijos estén plagados de sonrisas. Al fin y al cabo, eso es lo que verdaderamente importa.
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